La cirugía mexicana en los siglos XVI y XVII / Francisco Fernández del Castillo.

Franisco Fernández del Castillo

Date:: [1936?]

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Credit: La cirugía mexicana en los siglos XVI y XVII / Francisco Fernández del Castillo. Source: Wellcome Collection.

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II—LOS CIRUJANOS BARBEROS No podemos tener una idea integral de la Cirugía de los siglos XVI y XVII, principalmente en el capítulo referente a las personas, si no tenemos en cuenta a los individuos que ejercitaban la pequeña cirugía y se llamaban ciru¬ janos barberos. Pocos datos se conocerían de su vida íntima, pero han sido descritos con mucha prodigalidad en la obra postuma de don Francisco Fer¬ nández del Castillo, Sr. próxima a publicarse. En general, como es sabido, los cirujanos barberos eran personas de poca ilustración y escasa cultura, y gozaban, según parece, de poca estimación- Es efectivamente explicable que un “artífice”, como se decía entonces, cuyos conocimientos y habilidades se redujeran a afeitar, aplicar sanguijuelas y vendar esguinces o hacer la flebotomía, no gozara de las consideraciones merecidas a un García Farfán. Sin embargo, en una sociedad de estructura aristocrática, esa sub-estimación debió provocar injusticias. Ejemplo de ello fué el caso de Alonso Salas. Este cirujano barbero, tenía su tienda en la calle de Tacuba, siendo in- auilinc del Oidor Farfán, a quien no hay que confundir con el cirujano del mismo nombre. En cierta ocasión en que el barbero estaba a la puerta de su tienda, acertó a pasar el Oidor Farfán, grvemente cabalgando en su muía engualdrapada; al ver a Salas le reconvino por no haberle ido a afeitar en la mañana a la hora de costumbre,a lo que el barbero se disculpó contestando que no había podido hacerlo por haber estado ocupado afeitando al Arzobis¬ po- La contestación de Salas indignó al Oidor, quien exigió al barbero la desocupación inmediata del local. Este, como era natural, respondió con fir¬ meza, pero respetuosamente, que estando al corriente en el pago de sus ren¬ tas “sería lo que fuere de justicia”. A falta de buenas razones, el irrascible Oidor, que entre paréntesis, era también Inquisidor, presentó demanda contra Salas por faltas graves de respeto a un alto miembro del Santo Oficio, lo que por lo pronto le valió al desgraciado Salas prisión y embargo de sus bienes, a pesar de la resistencia de las autoridades civiles, entre otras el mismo Virrey, que amparaba muy justamente al barbero. Al fin este fué condenado, a seis meses de destierro fuera de la ciudad- Como se vé, el delito tan conocido de injurias a la Au¬ toridad tiene sus viejos antecedentes- Entre otros motivos, este proceso es curioso, porque además de señalar¬ nos costumbres de la época, figura la lista de los bienes embargados a Salas. Parte de esa lista es digna de transcribirse, pues es de los pocos documentos que son conocidos y que consignan de una manera precisa y total, los mue¬ bles y objetos de trabajo de una tienda de cirujano barbero del año de 1575. Cuatro bacines de plata de afeitar. Otros ocho de azófar de afeitar. Más nueve muelas y dos mollejones. Tres sillas de naranjo. Un espejo grande. Una cortina de mezcla con sus hebillas y varillas. Cuatro guadamaciles de cuero colorado, viejos, colgados en la tienda. Una caja encorada y dentro de ella lo siguiente: y con su cerradura v llave, cuatro