El Dr. Carlos Finlay y su teoria = Doctor Carlos Finaly & his theory / por...Tomás V.Coronado.
- Coronado, Tomás V.
- Date:
- 1902
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Credit: El Dr. Carlos Finlay y su teoria = Doctor Carlos Finaly & his theory / por...Tomás V.Coronado. Source: Wellcome Collection.
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![dadas de la última generacióu hibernan en los más diversos escon- drijos, I riuciijalmente en las cuevas de las casas, para luego propa- gar su especie en la siguiente primavera.» En cuanto á las condiciones que favorecen el desarrollo de los mosquitos citaré el calor, la humedad, la presencia de aguas estan- cadas, las localidades bajas y obscuras, la ausencia de viento y la es- tación del verano;.pero no estará de más recordar la observación de Humboldt, de que la abundancia de los mosquitos no siempre obe- dece á condiciones metereológicas ni topográficas determinadas. He hablado ya de la dificultad que el mosquito, por motivo de sus alas relativamente pequeñas, necesariamente ha de experimen- tar para elevarse en el aire después de haberse saciado de sangre. La misma causa impedirá también que el mosquito se aparte mucho del lugar donde haya efectuado su última picada y, en general, que pueda mantenerse mucho tiempo en el aire, ni trasladarse á distan- cias considerables, sin posarse. Mas esto no se opone á que, escon- dido entre la ropa, en un sombrero, en una maleta de Aaaje, etc., el mosquito, después de una picada reciente, pueda ser transportado á grandes distancias, llevando quizá, en sus lancetas, el germen ino- culable de la enfermedad. En fin, débese tener en cuenta las preferencias que los mosqui- tos manifiestan hacia ciertas razas é individuos, notándose que la menos atormentada parece ser la africana, y los individuos más pei-- seguidos por ellos los de razas del norte recién venidos á las regio- nes tropicales de América. Parece verosímil que esto obedezca al grado de espesor de la piel y á las condiciones en que se efectúa la circulación capilar cutánea, puesto que esas circunstancias han de influir en la facilidad con que el mosquito hembra podrá procurar- se la sangre que necesita para completar el ciclo de su existencia. Hecha esta larga, pero necesaria explicación de los hábitos de nuestros mosquitos de Cuba y del C. mosquito en particular, vea- mos ¿de qué medios podría valerse el mosquito para comunicar la fiebre amarilla si esta enfermedad fuese realmente transmisible por la inoculación de la sangre? Lo más natural, al hacernes esta pre- gunta, es pensar en la sangre virulcntai que el mosquito ha chupado á un enfermo de fiebre amarilla y que puede ascender á cinco y has- ta siete ú ocho milímetros cúbicos, los mismos que, si el mosquito muriese antes de haberlos digerido, quedarían en excelentes condi- ciones para conservar durante largo tiempo sus propiedades infec- tantes. También podrá pensarse, sin duda, en la misma sangre que, en forma de excremento, deponen los mosquitos en las aguas potables y otras, y que bien pudiei-a llevar la infección si ésta fuese susceptible de introducirse por la boca. Pero los experimentos de Ffirth y ciertas consideraciones directamente enlazadas con mi mo- do de apreciar la patogenia de la fiebre amarilla no mcjiermitían detenerme en ninguno de esos modos de pro]iagación. Voy á decir por qué. Cuando la Comisión Norte Americana de Fiel)re Amari- lla al despedirse de nosotros, ahora dos años, nos dejó su valiosa co- lección de fotografías de las preparaciones microscópicas hechas por nuestro socio corresponsal el Dr. Sternberg, lo que más llamó mi](https://iiif.wellcomecollection.org/image/b21355228_0024.jp2/full/800%2C/0/default.jpg)